La idea nace desde su propia naturaleza objeto tangible y significado de posesión que conlleva la tradición de heredar las cuberterías de la familia, sobre todo si estas han pasado de generación en generación y se han esmerado en cuidarlas y usarlas en eventos especiales. Este símbolo de posesión que va perdiendo su fuerza a medida que dejamos de heredar cualquier cosa, cubertería en general perdida o mal vendida, huérfanos de pareja en su mayoría, acaban en una caja que uno nunca decide o no quiere pasar su relevo, hasta que ya deja de ser un trasto para el que se marcha y un problema para quien se lo queda. Bellas piezas recubiertas de una pátina que en silencio reclaman ser tocadas para obligarte a recordar de donde proceden y quienes lo usaron, retazos de memorias transmitidas, pero no vividas que imploran un minuto de tu atención.